
Editor en La Ecuación Digital. Consultor de Innovación y Estrategia…
A las afueras de Lleida, en un entorno hasta hace poco ajeno al discurso tecnológico, se ensaya el futuro de la ganadería porcina. En este escenario opera Nealia, la spin-off tecnológica del Grupo Vall Companys, centrada en el desarrollo de soluciones digitales para el sector agroalimentario. Desde allí, su CEO, Lluis Castarlenas, en videoentrevista con La Ecuación Digital, lanza una afirmación categórica: “El problema que ha tenido el sector agrícola es que ha sido muy discreto y muy poco urbanita. Está focalizado en zonas rurales y eso ha limitado su visibilidad y su acceso a la tecnología”.
Nealia nace precisamente para cubrir ese vacío. Bajo el paraguas de Vall Companys, uno de los principales grupos agroalimentarios de España, la compañía ha consolidado su actividad como motor de innovación en un sector que, según Castarlenas, “sigue funcionando en muchos aspectos como hace décadas”, y en el que “la falta de relevo generacional es una urgencia global”. El proyecto más representativo de esta visión es la Granja 5.0, una explotación experimental que funciona como laboratorio de pruebas y desarrollo de tecnología aplicada a la crianza porcina.
Tecnología aplicada al entorno rural
La base del trabajo de Nealia se apoya en una red de sensores IoT desplegados en granjas de engorde, uno de los segmentos menos tecnificados del sector. En total, más de 2.700 sondas están activas actualmente en explotaciones porcinas en España. Estas permiten monitorizar variables críticas como temperatura, humedad, niveles de CO₂, caudal y calidad del agua o volumen de pienso disponible en los silos. Se espera que a finales de 2024 se alcance la cifra de 100 granjas equipadas.
“Hace unos años el ganadero tenía que ir todos los días a la granja para comprobar manualmente las condiciones ambientales. Hoy recibe esa información directamente en su móvil, incluso a través de WhatsApp si hay una incidencia”, explica Castarlenas. Esta automatización ha permitido que el productor reduzca su presencia física sin renunciar al control. “No significa que no tenga que ir, pero sí que puede centrarse en otras tareas porque ya no depende de estar allí para saber si todo funciona correctamente”.
Además del control ambiental, Nealia ha desarrollado un sistema de automatización que actúa de forma autónoma sobre los dispositivos de ventilación, como ventanas o chimeneas, en función de los datos recogidos en tiempo real. “Funciona como un granjero virtual, tomando decisiones cada minuto”, añade el CEO.

Inteligencia artificial para anticiparse
El siguiente nivel de sofisticación se activa con el uso de inteligencia artificial. Uno de los desarrollos en curso es la detección de la tos porcina mediante sensores acústicos, que permite anticipar posibles brotes de enfermedades respiratorias. A esto se suma la aplicación de visión artificial para estimar el peso medio de los animales sin contacto físico, información crítica para la planificación logística de las plantas de producción.
Estos avances no solo mejoran el control operativo, sino que también permiten cumplir con normativas ambientales y de bienestar animal. “Ya hay regulaciones que exigen controlar niveles de CO₂ y amoníaco dentro de las instalaciones. La tecnología nos permite cumplir y documentar”, señala Castarlenas.
Datos, conectividad y escalabilidad

La infraestructura técnica desarrollada por Nealia contempla tanto redes Narrowband IoT para granjas sin cobertura móvil como sistemas wifi internos cuando se requiere mayor frecuencia de datos. La compañía adapta el sistema a las condiciones de cada explotación, incluyendo conectividad satelital en zonas remotas.
En cuanto a escalabilidad, uno de los retos más importantes es el coste. “Buscamos soluciones viables económicamente. Hay opciones más sofisticadas, como poner una cámara en cada corral, pero eso no es sostenible para muchos ganaderos”, afirma el CEO. De ahí que algunas decisiones de diseño técnico opten por sensores láser en los silos o sistemas de pesaje indirecto por visión artificial.
En el segmento avícola, Nealia ha desplegado ya unas 100 básculas inteligentes que combinan sensores y cámaras para estimar el peso de los pollos. Esta solución, conocida como Avicontrol, permite al productor tomar decisiones más precisas sobre el momento de recogida y distribución de los animales.
Estructura y expansión
Actualmente, Nealia cuenta con una plantilla de 13 personas distribuidas en tres equipos, cada uno de los cuales trabaja en distintos productos y líneas tecnológicas. La empresa espera cerrar el año con una facturación aproximada de 700.000 euros, cifra condicionada por el hecho de que varios de sus productos aún se encuentran en fase de validación o desarrollo.
Entre las nuevas áreas de investigación destaca el control automatizado del agua —tanto en volumen como en calidad— y la alimentación en granjas de engorde, así como la posible adaptación de las tecnologías actuales a explotaciones de madres y destete. El equipo también evalúa soluciones a medio plazo para automatizar aún más las tareas, incluyendo la exploración futura de robótica móvil o humanoide. “En teoría, un robot con sensores podría recorrer la granja, evaluar el entorno e incluso detectar incidencias. Aún no estamos ahí, pero es una posibilidad que estudiaremos”, reconoce Castarlenas.
Digitalización por etapas y enfoque sectorial
Nealia concentra su actividad actual en el segmento del engorde porcino, por ser el menos tecnificado y donde más urgente es el relevo generacional. En paralelo, desarrolla soluciones complementarias para el sector avícola, como FarmerSupport, que emplea visión térmica para monitorizar el bienestar animal.
Desde la Granja 5.0, los equipos técnicos llevan a cabo estudios continuos para determinar las condiciones óptimas de crianza, ventilación y nutrición. Aunque aún no se disponen de métricas definitivas sobre la mejora de la conversión alimenticia, sí se ha recogido feedback cualitativo de los ganaderos que indican mejoras notables en el ambiente interior de las granjas tras instalar los sistemas automáticos.
“Estamos generando un volumen de datos que nos permitirá en los próximos meses tener indicadores precisos de eficiencia”, concluye Castarlenas. El objetivo a medio plazo no es solo digitalizar, sino hacerlo con criterio, asegurando la viabilidad económica y operativa de cada explotación. “El ganadero necesita herramientas que resuelvan problemas reales. Si conseguimos eso, la tecnología será parte natural de su día a día”.