Las industrias del mundo se encuentran en 2022 en una encrucijada energética. La urgencia del cambio climático exige por parte de la industria, los gobiernos y la sociedad civil una colaboración sin precedentes con acciones conjuntas para tomar la delantera y ayudar a revertir el impacto medioambiental.
Este año, la escasez de energía, provocada por la pérdida de petróleo y gas rusos tras la invasión de Ucrania han provocado presiones inflacionistas y nuevos retos para la seguridad energética que no hacen sino agravar la situación. La mejora de la eficiencia energética es una oportunidad que no ha sido explotada aún con el objetivo de reducir tanto los costes como las emisiones de carbono. La industria, por ejemplo, es un sector clave para lograr los ambiciosos objetivos impuestos en la Cumbre del Clima de París y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. De hecho, según datos de la Agencia Internacional de la Energía (IEA, por sus siglas en inglés), la industria es el mayor consumidor mundial de electricidad, gas natural y carbón, ya que representa el 42% de la demanda de electricidad.
Tal y como explica Kevin Lane, director del programa de eficiencia energética de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), “la eficiencia energética beneficia a las empresas y al clima, aunque la industria tiene mucho camino a recorrer para combatir el cambio climático a través de distintas acciones, como el aumento del uso de energías renovables, la inversión en procesos con bajas emisiones de carbono y el desarrollo de modelos comerciales circulares”.
Los motores tienen un gran potencial de mejora en eficiencia energética
Un nuevo Manual de eficiencia energética industrial, publicado por Reuters y el Movimiento por la eficiencia energética, un foro mundial de unas 200 organizaciones que comparten ideas, prácticas recomendadas y compromisos para conseguir un mundo más eficiente desde el punto de vista energética; muestra que la mejora de la eficiencia energética industrial es la forma más rápida y eficaz para que una empresa reduzca sus costes de energía y las emisiones de gases de efecto invernadero.
Precisamente, una de las claves de este estudio se centra en el potencial en lo relativo a eficiencia que tienen los motores. Un 46% de la electricidad mundial se utiliza para producir energía mecánica a través de sistemas accionados por motores eléctricos. En este sentido, las cadenas cinemáticas que se utilizan en la industria para convertir la energía eléctrica en movimiento tienen un gran potencial de mejora en eficiencia y productividad.
Dada la omnipresencia de los motores en la industria, una transición generalizada a máquinas más eficientes puede producir importantes reducciones en los costes de energía y emisiones. Y es que la instalación de motores de alta eficiencia consiste simplemente en sustituir las máquinas antiguas por otras nuevas de mayor eficiencia. Aproximadamente el 75% de los motores industriales en funcionamiento se utilizan para hacer funcionar bombas, ventiladores y compresores, una categoría de maquinaria muy susceptible de grandes mejoras de eficiencia.
Se calcula que, si los más de 300 millones de sistemas industriales accionados por motores eléctricos actualmente en funcionamiento se sustituyeran por equipos optimizados de alta eficiencia, el consumo mundial de electricidad podría reducirse hasta un 10%. De hecho, los motores energéticamente eficientes ofrecen resultados inmediatos en términos de reducción de energía y emisiones, y pueden amortizarse en menos de un año. Además, la instalación de convertidores de frecuencia puede mejorar la eficiencia energética de un sistema accionado por motor hasta en un 30%, lo que supone beneficios inmediatos en cuanto a costes y emisiones.
Los datos extraídos de la Guía del Movimiento por la Eficiencia Energética son claros. La industria, los gobiernos y la sociedad civil se encuentran en un momento clave para colaborar y encontrar nuevas formas de desarrollo económico más sostenibles. De esta guía, además de apostar por motores de alta eficiencia, se pueden extraer otras acciones para mejorar la eficiencia energética basadas en tecnologías maduras, seguras y ampliamente disponibles; y que pueden implantarse rápidamente sin integraciones complejas o costosas: realizar auditorías de eficiencia energética, ajustar el tamaño de equipos y procesos industriales, incorporar la conectividad en equipos físicos o electrificar flotas industriales, entre otras.