Según un artículo de opinión firmado por Dan Jones en Fierce Network, Estados Unidos ha perdido ya la carrera por el liderazgo en la tecnología 6G, principalmente debido al dominio de empresas chinas como Huawei en el ámbito de las patentes. Aunque aún no existe un estándar técnico definitivo para 6G —previsto para 2028—, el proceso de investigación y registro de propiedad intelectual ya está muy avanzado, y los datos actuales apuntan a una ventaja clara del ecosistema tecnológico chino.
La carrera global por el 6G
La tecnología 6G, sucesora del actual estándar 5G, está aún en fase conceptual y de investigación. Se espera que el estándar oficial del 3GPP (el organismo internacional encargado de definir los estándares móviles) quede fijado en torno a 2028, con los primeros servicios comerciales planificados para 2030. Sin embargo, esta etapa temprana es crucial, ya que las patentes registradas hoy determinarán quién controla las tecnologías clave del mañana.
En esta fase inicial, empresas de todo el mundo están invirtiendo grandes recursos en I+D y solicitando patentes para asegurar posiciones estratégicas. Las compañías más activas incluyen nombres como Huawei, Ericsson, Nokia y Samsung. Destaca notablemente la ausencia de grandes empresas estadounidenses entre los principales actores.
Dominio chino en las patentes clave
Huawei lidera el volumen global
China encabeza actualmente la carrera por las patentes relacionadas con 6G. Según datos citados en el artículo original, aproximadamente el 35% de todas las patentes globales relacionadas con 6G han sido registradas por entidades chinas. De estas, Huawei representa una parte significativa.
Este liderazgo no es nuevo: durante el desarrollo del 5G, Huawei también logró una posición destacada pese a restricciones comerciales impuestas por varios gobiernos occidentales. Su papel protagónico en los grupos de trabajo del 3GPP refuerza su influencia sobre el futuro estándar tecnológico.
La ausencia de líderes estadounidenses
En contraste con la situación china, Estados Unidos apenas cuenta con representación entre los actores principales del ecosistema actual de desarrollo del 6G. El propio Dan Jones lo resume así: “Huawei, Ericsson, Nokia y Samsung están trabajando activamente en el 3GPP. Notarán que ninguna de estas empresas es estadounidense”.
Aunque la Administración Trump intentó impulsar alternativas nacionales a Huawei durante su mandato, los resultados no se han traducido en un liderazgo claro ni en el control significativo sobre propiedad intelectual relacionada con redes móviles avanzadas.
Papel de Qualcomm y otras tecnológicas estadounidenses
Qualcomm: único actor con peso relativo
Según el análisis compartido por Jones, Qualcomm será probablemente la única empresa estadounidense entre los cinco principales titulares de patentes relevantes para 6G. Esta compañía ya tiene una presencia sólida en tecnologías móviles anteriores; actualmente posee aproximadamente un 12,9% del total global de patentes relacionadas con 5G, según datos de Statista.
No obstante, este porcentaje no le permite competir directamente con gigantes como Huawei en volumen absoluto ni influencia técnica dentro del consorcio internacional que definirá el próximo estándar.
Nvidia: potencial futuro sin presencia actual clara
Nvidia aparece como otro posible actor relevante desde EE.UU., aunque su papel todavía no está claro. La empresa posee 15.553 patentes registradas a nivel mundial, con un 76% aún activas, según cifras citadas por Greyb Insights. Sin embargo, no hay evidencia concreta sobre cuántas de estas patentes se relacionan directamente con tecnología 6G.
Dado su enfoque creciente en inteligencia artificial y conectividad avanzada (por ejemplo, mediante tecnologías como 5G-Advanced), es plausible que Nvidia empiece a generar nuevas patentes relacionadas con redes móviles futuras. Aun así, esto no altera el hecho actual: su presencia específica dentro del panorama 6G sigue siendo marginal.
Implicaciones futuras para la industria tecnológica global
Estándares dominados fuera de EE.UU.
A medida que se consolide la definición técnica del estándar 6G en torno a finales de esta década, las empresas que controlen las patentes esenciales tendrán una posición negociadora privilegiada. Esto incluye derechos económicos (royalties) sobre fabricantes e implementadores que utilicen sus tecnologías patentadas, así como influencia directa sobre decisiones técnicas clave.
El hecho de que compañías chinas —y no estadounidenses— estén dominando este espacio implica una transferencia geoestratégica relevante: quien define los estándares futuros controla también buena parte del ecosistema comercial e industrial que se construye sobre ellos.
Ecosistemas tecnológicos nacionalizados
Tanto la Unión Europea como Estados Unidos han mostrado preocupación creciente por su dependencia tecnológica respecto a proveedores asiáticos. La situación descrita por Dan Jones refuerza estos temores: si EE.UU. queda fuera del núcleo duro del desarrollo tecnológico móvil avanzado, su capacidad competitiva se verá comprometida a medio plazo.
Aunque aún hay margen temporal antes del despliegue comercial masivo del 6G —previsto para alrededor de 2030—, buena parte de las posiciones estratégicas ya están siendo ocupadas hoy mediante registros de propiedad industrial e inversiones coordinadas desde gobiernos y corporaciones extranjeras.
Relevancia para el sector tecnológico español
El análisis presentado por Dan Jones plantea cuestiones fundamentales para empresarios y directivos tecnológicos europeos y españoles. Si bien Estados Unidos ha perdido terreno ante China en cuanto al control intelectual sobre tecnologías móviles futuras, Europa —a través de empresas como Nokia y Ericsson— mantiene todavía una presencia destacada dentro del consorcio global responsable del diseño técnico.
Esto puede abrir oportunidades estratégicas para alianzas industriales o proyectos conjuntos desde España hacia socios europeos consolidados.
Además, ante un escenario donde los estándares tecnológicos críticos podrían estar definidos fuera del eje transatlántico tradicional (EE.UU.-UE), cobra mayor importancia desarrollar capacidades propias —tanto industriales como regulatorias— dentro del mercado europeo.