Capgemini ha publicado la 24ª edición de su informe anual, el Observatorio Mundial de los Mercados de la Energía (WEMO), en colaboración con De Pardieu Brocas Maffei, Vaasa ETT y Enerdata. Según el informe, es urgente encontrar un equilibrio entre dos tareas de obligado cumplimiento: la seguridad del suministro energético asequible y la lucha contra el cambio climático. El WEMO de este año analiza cómo es posible lograr este equilibrio mediante la combinación de acciones a corto plazo y decisiones a largo plazo sobre la reforma del diseño del mercado energético, la sostenibilidad del suministro de energía y las condiciones de financiación favorables para las inversiones verdes a largo plazo.
Las principales observaciones y recomendaciones del informe son:
Afrontar la crisis energética con la reducción de energía y el almacenamiento de gas a corto plazo
Tras la invasión rusa de Ucrania, el riesgo que representa la dependencia europea del gas ruso a largo plazo ha llegado a un punto crítico. La dependencia del gas ruso en Europa, especialmente en Alemania, se ha agravado en las dos últimas décadas por la reducción de la producción europea de gas y el aumento de su consumo. Esto se ha visto acrecentado aún más por la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) para avanzar en los objetivos de conseguir cero emisiones netas, el cierre de las plantas nucleares tras el incidente de Fukushima y otras consideraciones económicas.
Actualmente, con la retirada forzosa del gas ruso en Europa, la seguridad del suministro de gas durante el próximo invierno dependerá de tres factores: el llenado de las instalaciones de almacenamiento de capacidad (la legislación de la UE ha dictaminado que los sitios de almacenamiento de gas deben llenarse al menos al 80% de su capacidad antes del 1 de noviembre de 2022, incluida la instalación de Rehden); la identificación de los flujos de importación de gas[1]; y, sobre todo, la efectividad de las campañas de reducción de energía. Los incentivos para el ahorro de energía, que ya se han puesto en marcha en muchos países europeos, tienen el potencial de producir un cambio significativo.
Evitar la paradoja de las renovables a medio y largo plazo
Según los nuevos planes de la UE para acelerar el despliegue de las energías renovables con el fin de lograr la independencia del suministro ruso y la electrificación de la economía, se necesitarán 210.000 millones de euros adicionales para la inversión en energía de aquí a 2027. Actualmente, las tecnologías eólica y solar son las soluciones más optimistas[2].
De las soluciones renovables disponibles, la solar tiene un potencial de crecimiento significativo debido a los avances con materiales y métodos innovadores para maximizar la energía solar, como las células bifaciales, las lentes integradas y los paneles solares invertidos, que pueden generar electricidad durante la noche. Además, los emplazamientos solares también son más atractivos para las comunidades locales en comparación con los eólicos. Sin embargo, actualmente el 75% de todos los paneles solares fotovoltaicos (PV) llega a la UE desde China, lo que ha provocado, durante la última década, el declive de la producción fotovoltaica nacional por parte de la UE. Según el Observatorio, Europa debe prestar atención y no sustituir la dependencia del gas ruso por una dependencia de otros países como China, para componentes clave de la transición energética como los paneles fotovoltaicos o las tierras y metales raros. Los gobiernos europeos deben crear las condiciones técnicas, financieras y normativas adecuadas para desarrollar industrias críticas nacionales de alto nivel, como la producción de paneles fotovoltaicos y baterías, para recuperar la soberanía. Además, se debería acordar una intensa reforma del mercado eléctrico para fomentar las inversiones en generación de bajas emisiones de carbono.
Mientras tanto, la energía nuclear está experimentando un renacimiento, ya que es reconocida como una fuente de energía doméstica fundamental para la descarbonización de la electricidad y la estabilidad de la red eléctrica, y en un corto plazo de tiempo, países como Alemania y Bélgica deberían mantener abiertos los reactores existentes. Según el informe, a medio plazo, los gobiernos de Reino Unido, EE.UU., Japón, la UE y China deberían continuar construyendo centrales nucleares, mientras que los sistemas de retribución a largo plazo para la electricidad nuclear deberían implementarse para alentar a los actores privados a invertir en esta industria.
La crisis energética también ha provocado un retraso en el cierre de los productores de carbón, lo que aumenta las emisiones de CO2. Las tecnologías de Captura, Uso y Almacenamiento de Carbono (CCUS) son una herramienta esencial para la gestión de estas emisiones y es necesario acelerar la implantación y la inversión en plantas CCUS. En 2021, se anunciaron 97 nuevas plantas de CCUS en funcionamiento; Estados Unidos y Europa representan las tres cuartas partes de los proyectos en desarrollo. La inversión debe continuar, ya que la capacidad de captura de carbono debe aumentar de aquí a 2030 para alinearse con el objetivo de cero emisiones netas para 2050; en 2021 la capacidad anual de carbono solo alcanzó 40 MtCO2.
Reforzar la apuesta por la acción climática
La disrupción geopolítica ha reforzado la necesidad en Europa de desarrollar energías domésticas como las renovables y la nuclear para aquellos países que puedan llevar a cabo dichos programas. Aunque el uso del carbón ha aumentado, y es probable que las emisiones de GEI en 2022 y 2023 sean mayores que en 2021, hay dos factores que podrían contrarrestar su impacto: en primer lugar, la eficacia del ahorro energético podría tener un impacto significativo en las emisiones de GEI; en segundo lugar, es probable que la desaceleración económica mundial del segundo semestre de 2022 reduzca el consumo de energía y las emisiones de GEI correlacionadas.
A pesar de estas tendencias, la voluntad política para combatir el cambio climático sigue presente y va en aumento por parte de los mayores emisores mundiales, como demuestran iniciativas de la UE como Fit for 55 y REPowerEU, la Ley de Reducción de la Inflación de 430.000 millones de dólares de la administración Biden, y los planes climáticos nacionales actualizados de países como la India.
El Observatorio Mundial de los Mercados de la Energía (WEMO) es una publicación anual de Capgemini que hace un seguimiento de los principales indicadores de los mercados de la electricidad y el gas en Europa, América del Norte, Australia, Sudeste Asiático, India y China. La 24ª edición se centra en los factores desencadenantes y el impacto de varias crisis energéticas sucesivas, incluida la crisis entre Rusia y Ucrania, y las consecuencias del aumento de la inflación, sobre todo para Europa. Como en años anteriores, la última edición de WEMO también incluye una cobertura en profundidad de: los mercados de materias primas, el cambio climático y las políticas reguladoras; la transición energética y los avances en las tecnologías limpias; las infraestructuras y la adecuación del suministro; la oferta y los clientes finales; los aspectos financieros; y el impacto de las crisis en las empresas del sector de las utilities y de petróleo y gas.
El informe, elaborado principalmente a partir de datos públicos combinados con la experiencia de Capgemini en el sector energético, está basado en datos de 2021 y del primer semestre de 2022. Los equipos de investigación de De Pardieu Brocas Maffei, VaasaETT y Enerdata han aportado conocimientos especiales sobre la regulación y el comportamiento de los clientes, así como los datos de los mercados.
[1] Incluso a través del gasoducto del Báltico y un aumento del gas natural licuado procedente de proveedores como Estados Unidos, y a más largo plazo de África, Azerbaiyán y Australia.
[2] Aunque las fuentes de energía solar y eólica son intermitentes (como se observó en 2021) y, por tanto, requieren del almacenamiento de electricidad para estabilizar la red eléctrica. [3] SMR (Small Modular Reactors): Pequeños Reactores Modulares.