Editor en La Ecuación Digital. Consultor de Innovación y Estrategia…
El reciente informe de Mario Draghi sobre la competitividad europea lanza una advertencia a los líderes de la Unión Europea: el futuro económico de la región depende de una respuesta contundente ante la creciente brecha en innovación y desarrollo tecnológico respecto a Estados Unidos y Asia.
Esta advertencia se plantea en un artículo de Joakim Reiter, director de asuntos externos y corporativos de Vodafone, publicado en POLITICO.EU, en el que también se destaca la presión sobre las exportaciones europeas debido a potenciales aranceles adicionales en EE. UU., subrayando la necesidad de replantear estrategias económicas para reforzar la posición global de Europa.
Brecha de inversión y fuga de talentos en Europa
Draghi destaca que las empresas europeas enfrentan una significativa desventaja en términos de inversión en investigación y desarrollo (I+D) frente a sus competidores. En Europa, las industrias que lideran en inversión son las automotrices, mientras que en EE. UU., el liderazgo en I+D corresponde a empresas tecnológicas, reflejando una estructura similar a la de Estados Unidos hace dos décadas. Esta disparidad contribuye a la migración de unicornios europeos hacia EE. UU., donde un tercio de las startups fundadas entre 2008 y 2021 ya han trasladado sus sedes.
Además, desde el año 2000, el crecimiento del ingreso disponible real en EE. UU. ha sido casi el doble en comparación con Europa, reflejando una competitividad disminuida que podría profundizarse sin medidas adecuadas, especialmente en conectividad e infraestructura digital. Empresas como Vodafone coinciden en la urgencia de adoptar una estrategia unificada para la conectividad, con el fin de impulsar la productividad y el crecimiento económico en la región.
Desventaja europea en conectividad 5G y sus implicaciones
La brecha en infraestructura de conectividad digital es evidente: mientras que Europa cuenta con cerca de 100 estaciones base móviles 5G por cada 100,000 habitantes, China y Corea del Sur poseen 245 y casi 600, respectivamente. Asimismo, la cobertura de banda media 5G, esencial para áreas urbanas, alcanza apenas el 30% en Europa, en comparación con el 85% en Norteamérica y el 95% en China.
Esta falta de conectividad limita la capacidad de innovación industrial en Europa. Sin una infraestructura de red adecuada, las empresas no pueden desarrollar ni implementar aplicaciones avanzadas que aprovechen el potencial del 5G. La situación es particularmente difícil para las pequeñas y medianas empresas (PYMEs), que representan el 99% del tejido empresarial en Europa y emplean a unos 90 millones de personas. A diferencia de las grandes corporaciones, las PYMEs no cuentan con los recursos necesarios para implementar redes 5G privadas, lo que les impide aprovechar oportunidades cruciales para incrementar la productividad y reducir costos a través de tecnologías avanzadas.
Lecciones de China y la digitalización de las PYMEs
El caso de la ciudad de Foshan, en China, muestra el potencial del 5G para optimizar la industria manufacturera. Allí, miles de empresas emplean redes 5G para mejorar sus operaciones, lo que ha resultado en aumentos de productividad de hasta un 60%, reducciones en los costos de manufactura entre un 25% y un 35%, y una disminución en el consumo energético de entre un 15% y un 20%. Aunque existen casos similares en Europa, estos suelen limitarse a grandes empresas, dejando a las PYMEs en desventaja.
Fragmentación regulatoria y la necesidad de una política unificada
Draghi argumenta que la fragmentación en la regulación de la conectividad en Europa ha sido un freno significativo para el progreso. La responsabilidad está dividida entre la Comisión Europea, los estados miembros y diversas autoridades reguladoras, lo que ha resultado en un marco normativo poco homogéneo en la UE. Esta falta de cohesión ha desalentado la inversión y restringido la expansión de redes avanzadas en toda Europa.
En comparación, otros sectores estratégicos, como los mercados de capitales, la energía y la banca, han avanzado hacia una integración con objetivos comunes a nivel de la Unión Europea. Estas «uniones» sectoriales han permitido una dirección centralizada que aprovecha el potencial del mercado único, generando beneficios económicos, sociales y de seguridad. La conectividad, según Draghi, merece recibir una atención similar para garantizar la competitividad de Europa en la era digital.
Propuesta de una Unión de Conectividad
El concepto de una Unión de Conectividad no implica empezar desde cero. Europa ya cuenta con bases en sus estrategias de energía y banca que pueden adaptarse a la conectividad. La Unión Energética, por ejemplo, posee un modelo de planificación de 10 años que permite una supervisión centralizada y reduce la fragmentación regulatoria. Una Unión de Conectividad podría aplicar principios similares, estableciendo un marco común para que las políticas de conectividad se apliquen de manera uniforme en los 27 estados miembros.
Para ello, Draghi propone una inversión pública más ambiciosa en investigación y desarrollo que vincule los programas de la UE y los estados miembros con metas comunes. Esto se sumaría a un entorno atractivo para la inversión privada, que permita movilizar el capital necesario para desplegar rápidamente la infraestructura digital. Con una coordinación eficaz, la Comisión Europea podría liderar una misión conjunta que incluya a gobiernos, industria, reguladores y consumidores, con el objetivo de cerrar la brecha de conectividad en Europa y asegurar una competitividad duradera.
Hacia una «economía integral» en Europa
Este nuevo enfoque hacia una economía integral sería más efectivo si supera los límites de un solo comisionado o estado miembro. Así como la Unión Energética busca asegurar una energía asequible y sostenible, una Unión de Conectividad podría aspirar a ofrecer las redes de próxima generación a todos los ciudadanos europeos, mejorando la calidad de vida y facilitando el crecimiento económico.
La clave está en la colaboración y en la adopción de un marco regulatorio simplificado, como el que poseen los sectores de energía y banca. Estos modelos permiten un entorno operativo más eficiente, con menores barreras regulatorias y mayores incentivos para la inversión. Draghi destaca que la implementación de una Unión de Conectividad es una oportunidad que Europa no debe desaprovechar si quiere competir en el entorno global.
La puesta en marcha de una Unión de Conectividad sería el primer paso hacia una mayor cohesión digital en Europa. Si se alinean los esfuerzos de los diferentes actores, Europa podría recuperar terreno en la carrera por la innovación tecnológica y garantizar un desarrollo económico sostenible y equitativo en todos sus estados miembros.