CEO de Syntax Business Solutions
Cualquier cambio suele ser recibido con cierta prudencia, por no decir “reticencia” y la aparición de la Inteligencia Artificial (IA) no podía ser menos. ¿Qué mayor amenaza que una nueva tecnología que no solo me obliga a salir de mi rutina, que a su vez es mi zona de confort, sino que además amenaza con hacer mi trabajo mejor, más rápido y sin paradas? La primera reacción es defenderse. Defenderse de aquello que amenaza tu forma de trabajar, tu forma de ganarte el pan. Lo que se percibe son dos palabras que atemorizan a cualquiera: Al paro.
Con tal disquisición es lógico que haya detractores de esta tecnología y que sugiera que las personas sobran del tejido productivo, que molestan más que aportan. Esos detractores defienden que las personas con una cierta edad (digamos de 55 años en adelante) van a quedar excluidas del mercado laboral gracias a la incursión de la IA.
Y luego está otra tendencia, otra opinión, los que defienden que la IA puede ser una oportunidad para abordar mejores puestos de trabajo, no tan manuales o repetitivos, pero de mucho más valor. Estos defienden que las personas están perfectamente preparadas para afrontar un peligro como el de la IA y que si esas personas pueden sentirse amenazadas por la aparición e implantación de esta tecnología reaccionarán de forma natural.
Pero ¿qué hace que una u otra posición puedan tomar fuerza? Sin duda las personas amamos nuestra ZONA DE CONFORT. Este vocablo tiene su lógica y si estás bien remunerado haciendo lo que haces mucho más porque ¿para qué cambiar nada si estoy bien como estoy? Ese espacio emocional, psíquico, donde las personas debido a nuestro buen hacer, en algunos casos, al paso del tiempo en otros, nos ha situado en esa zona donde nos encontramos a gusto y que ahora la IA amenaza de forma directa y agresiva porque, en teoría, sobro. A ello no ayuda el modo en que se percibe a las empresas como máquinas despiadadas que optarán por la mayor productividad y donde el empleado no tiene ninguna oportunidad.
La versión 2.0 de esa visión es aquella donde el empleado no es destruido, sino que es reconsiderado para hacer tareas diferentes de mayor valor o incluso tareas que alguna vez se plantearon, pero no se ejecutaron.
El mercado laboral es complejo, pero sí podemos hacer ver -a ese empleado que ve amenazada su zona de confort y su trabajo- que la injerencia de la IA supondrá una oportunidad de crecimiento. Por otro lado, las empresas tienen que entender que la IA será la oportunidad de abordar acciones que antes no se hacían. El mayor coste para una empresa generalmente suele ser su coste laboral y gracias a la IA ahora podrá disponer de experiencia y tiempo de empleados que antes hacían cosas de mediano o poco valor, pasando a ser personas “potencialmente productivas”.
La voluntad de cambio tiene que venir por ambas partes. Si el empleado no quiere cambiar, nada se logra; y si la empresa solo quiere ahorrarse unos euros destruyendo empleos para ganar un poco más, nada se logra. Lo importante es entender qué hace la IA y qué es lo mejor que podemos sacar de ella.
Debemos dejar de ver esas siglas como amenaza y convertirlas en aliadas. Recordemos que una de las mayores quejas de los equipos directivos en las PYMES es la dificultad de abordar nuevos proyectos debido a su alto coste salarial. Si de repente la IA me deja disponible un coste que ya tengo y que puedo multiplicar para abordar esos nuevos proyectos…entonces es cuando empezamos a ver luz al final del túnel.
Yo apuesto por ello. Firmemente. Porque si mi conclusión fuera “todos al paro” estaría aportando muy poco a la sociedad y menos aún a mis empresas. Las personas siempre serán necesarias, pero así mismo las personas deben de tener una mentalidad móvil y dinámica para entender que la “zona de confort” no aporta nada al binomio “empresa-empleado”.
Esto en la esfera privada, pero ¿cómo impactaría la IA en los empleados públicos Lamentablemente, de ninguna manera. No se sentirán ni afectados ni amenazados porque se nos ha vendido que un empleado público no está ahí para ser productivo, sino para atender una necesidad ciudadana.
La IA no amenaza los empleos de los funcionarios, eso es un hecho. Pero juguemos a hacer hipótesis. Hoy en día con lo que tenemos de IA en el mercado y la evolución de ésta para el próximo lustro me atrevería a decir que unos 800.000 funcionarios (de los aproximadamente 3 millones existentes hoy en día) podrían sobrar del modelo público si se implantaran estrategias de IA enfocadas a realizar tareas que ahora se hacen manualmente.
La explicación es sencilla: La Administración Pública no es un sistema de producción como el de una empresa privada mediante el cual deba tener un plan de expansión o que tenga que crecer su facturación. Simplemente es un modelo “país” que éste ha adoptado para dar empleo a una parte de la población activa. No es estrictamente necesario plantearse si puedo adelgazar o ser más fuerte…ese no es el objetivo. El objetivo es más político que productivo y por eso en la administración pública nada va a pasar.
En el sector privado, principalmente las PYMES, éstas van a tener que coger a sus empleados y con ayuda de la tecnología evangelizarles para que hagan esas otras cosas de alto valor con el tiempo que la IA les va a dejar disponibles y esto solo se consigue de dos maneras: el trabajador tiene que querer evolucionar con la tecnología y las empresas tenemos que tener ganas para que vean la excelente oportunidad que se nos presenta y aprovechar los recursos para hacer tareas de valor que la hagan crecer.
Realmente todo esto se reduce a un debate, con dos tesis. Una muy cómoda es hacernos a la idea de que la IA efectivamente nos va a mandar al paro a todos. En mi opinión es lo que llamaría la “tesis cómoda”. Pase lo que pase no pierdo. Pero ¿por qué no pierdo? Fácil. Si ocurre lo que digo aparece la frase autocomplaciente de “si ya lo decía yo”. Y si por una casualidad la IA no me manda al paro, entonces también genial.
Yo apuesto a que la IA generará dos movimientos secuenciales: El primero es la generación de un pico donde quizás pueda parecer que se destruya empleo, pero, a medio plazo, vendrá el segundo movimiento donde los mercados se reajustan debido a que todos nos damos cuenta de que el excedente producido por la IA puede hacer otras (grandes) cosas. Y ahí está la responsabilidad bilateral entre empresas y empleados. Las primeras tendremos la necesidad de generar nuevas tareas para que esas personas puedan trabajar. ¡Ojo! No por lástima, hablo de tareas que efectivamente sean de valor para la compañía. Y las personas tendrán que asumir la gestión del cambio sobre lo que hacían hasta ahora y evolucionar según el mercado.
La IA va a generar muchos huecos donde poder meter a muchos empleados para hacer cosas que ahora me gustaría hacer, pero no puedo por el coste laboral. Pero si hay inquietud e innovación, podemos reacondicionar a los empleados para aumentar la facturación.
Ni todo blanco, ni todo negro…yo apuesto por un gris razonablemente inteligente.
CEO de Syntax Business Solutions