Editor en La Ecuación Digital. Consultor de Innovación y Estrategia…
El presidente Donald Trump firmó una orden ejecutiva el pasado 23 de enero con el objetivo de posicionar a Estados Unidos como el líder global indiscutible en inteligencia artificial (IA). La directiva, denominada oficialmente Removing Barriers to American Leadership in Artificial Intelligence , establece un enfoque basado en la eliminación de restricciones regulatorias y en el desarrollo de sistemas de IA libres de “sesgos ideológicos” o “agendas sociales”. Este nuevo marco redefine la política tecnológica nacional, sustituyendo las medidas implementadas durante la administración de Joe Biden.
Eliminar barreras y promover liderazgo global
La nueva orden ejecutiva revoca formalmente el marco normativo establecido por Biden en 2023, conocido como Safe, Secure, and Trustworthy Development and Use of Artificial Intelligence. Según la Casa Blanca, las políticas derogadas imponían “requisitos onerosos” y “un control gubernamental innecesario” sobre el desarrollo y la adopción de tecnologías de IA, lo que habría limitado la capacidad de innovación del sector privado y amenazado el liderazgo tecnológico de Estados Unidos.
Entre las principales acciones, la orden ejecutiva ordena la revisión y, en su caso, la suspensión o modificación de todas las políticas y regulaciones relacionadas con la IA que se consideren incompatibles con el objetivo de “florecimiento humano, competitividad económica y seguridad nacional”.
Para liderar este proceso, se establece la creación de un Plan de Acción sobre IA que será desarrollado en un plazo de 180 días por un grupo de altos funcionarios de la Casa Blanca, encabezados por el Asesor Especial para IA y Cripto, David Sacks, y el Asesor de Seguridad Nacional.
Continuidad y evolución: De 2019 a 2025
La orden ejecutiva refleja una continuidad con las políticas de IA adoptadas durante el primer mandato de Trump. En 2019, firmó la primera orden ejecutiva dedicada exclusivamente a IA, estableciendo prioridades como el aumento de la inversión en investigación y la creación de institutos nacionales de investigación en IA. En 2020, también emitió directrices regulatorias para fomentar el desarrollo del sector privado y la confianza pública en estas tecnologías.
El enfoque actual busca consolidar esos avances eliminando los obstáculos identificados en la administración anterior, mientras refuerza la posición de Estados Unidos en el panorama global de IA. Según el texto, el desarrollo tecnológico debe estar orientado a “solidificar la posición de liderazgo global” del país, asegurando un “futuro brillante para todos los estadounidenses”.
Un cambio de enfoque con implicaciones controvertidas
El marco normativo de Biden, revocado por Trump, establecía salvaguardas clave para garantizar que las herramientas de IA no generaran discriminación o daño al público. Estas medidas incluían la obligación de las agencias federales de cesar el uso de herramientas de IA si se demostraba que afectaban negativamente a los ciudadanos. Además, requerían que las empresas tecnológicas compartieran detalles técnicos de los modelos de IA avanzados con el gobierno antes de su despliegue.
Organizaciones y expertos en tecnología han señalado que la eliminación de estas disposiciones podría tener consecuencias negativas. Según Alondra Nelson, exdirectora interina de la Oficina de Ciencia y Tecnología de la Casa Blanca, el enfoque de la nueva orden ejecutiva parece “retroceder” en cuestiones clave como la equidad y la transparencia.
Por otro lado, defensores de la nueva política, como Americans for Responsible Innovation, consideran que la eliminación de barreras regulatorias permitirá a Estados Unidos fortalecer su liderazgo en innovación tecnológica y superar a competidores globales como China y la Unión Europea.
Próximos pasos y desafíos
En los próximos 60 días, el director de la Oficina de Gestión y Presupuesto (OMB, por sus siglas en inglés) deberá revisar y actualizar las directrices emitidas por la administración Biden para asegurar su alineación con los nuevos objetivos de la Casa Blanca. Asimismo, las agencias gubernamentales tendrán que identificar y suspender aquellas regulaciones que sean incompatibles con el nuevo enfoque.
Sin embargo, el éxito de esta estrategia dependerá de cómo se implementen las revisiones y de si el nuevo marco logra equilibrar el fomento de la innovación con la mitigación de riesgos éticos y sociales. Además, persiste la incertidumbre sobre cómo las nuevas políticas afectarán a pequeñas empresas y desarrolladores independientes, que podrían enfrentarse a un entorno dominado por grandes corporaciones tecnológicas.
Una visión polémica para el futuro de la IA
La orden ejecutiva reafirma la visión de Trump sobre el papel de Estados Unidos en el futuro de la tecnología. Su énfasis en un desarrollo de IA libre de “sesgos ideológicos” se alinea con las críticas expresadas por figuras como Elon Musk, quien ha advertido sobre los peligros de una IA influenciada por “agendas políticas”. No obstante, críticos argumentan que esta narrativa puede desviar la atención de los desafíos reales asociados al desarrollo y uso de estas herramientas.
Mientras tanto, la comunidad tecnológica y los actores políticos seguirán atentos al desarrollo del plan de acción que definirá las prioridades de la administración Trump en los próximos meses. Este plan podría marcar un punto de inflexión en la estrategia estadounidense sobre IA, con implicaciones tanto para el liderazgo global como para el impacto ético y social de esta tecnología.