La digitalización del sector bancario ha sido un proceso gradual pero transformador en los últimos años. Con el avance de la tecnología, las instituciones financieras han adoptado cada vez más soluciones digitales para mejorar la eficiencia, la accesibilidad y la experiencia del cliente. Esto ha implicado la introducción de aplicaciones móviles, servicios online, banca por internet y el uso de datos para personalizar las ofertas y mejorar la seguridad.
No obstante, este proceso de digitalización ha traído consigo una nueva competencia en forma de las Big Tech y las Fintech. De hecho, las primeras, como Amazon, Facebook y Apple, han incursionado en el sector financiero aprovechando su base de usuarios, sus capacidades tecnológicas avanzadas y sus modelos de negocio innovadores. Por otro lado, las Fintech, startups financieras ágiles y tecnológicamente avanzadas, han desafiado el statu quo bancario ofreciendo servicios especializados y centrados en el cliente, como pagos móviles, préstamos y gestión de inversiones automatizada.
A pesar de ello, el informe de “Retos de la Banca” de The Cocktail sugiere que, al menos por ahora, las Big Tech aún no han ganado la confianza necesaria para competir con los bancos tradicionales en la oferta de productos financieros. Mientras que en 2017 un 20% de los españoles estarían dispuestos a contratar productos bancarios con una Big Tech, actualmente sólo un 11% lo haría, lo que supone una caída en la confianza en las grandes empresas tecnológicas para proveer este tipo de servicios.
La oportunidad de las entidades financieras frente a las Big Techs y Fintechs
Esta oportunidad plantea desafíos para los bancos tradicionales, que se enfrentan a la presión de adaptarse rápidamente para mantener su posición en un mercado cada vez más competitivo y digitalizado. Para aprovechar este posicionamiento de ventaja, la banca debe apostar por la innovación tecnológica, la agilidad empresarial y la colaboración estratégica con empresas Fintech y Big Tech. De lo contrario, corren el riesgo de quedarse rezagados y perder la oportunidad de crear herramientas para vincularse más con los clientes
La tecnología ha surgido como un aliado poderoso para las Big Techs, lo que exige que los bancos sigan de cerca sus avances y estrategias. De hecho, excluyendo el uso de las carteras digitales, la utilización de otras aplicaciones de gestión financiera apenas alcanza un 10%, siendo la gratuidad un factor clave. Aunque el 50% de los consumidores admite estar interesado en tener acceso a esos servicios a través de su banco, solo un 8% estaría dispuesto a pagar un poco más por utilizar los servicios. Esto marca la importancia que tiene para los bancos ofrecer soluciones digitales atractivas y gratuitas para mantenerse relevantes dentro de un mercado cada vez más digitalizado y competitivo.
El core de los bancos
El territorio central donde coinciden todos los públicos respecto a la banca se centra en la seguridad y protección financiera, aspectos críticos que influyen en la relación de confianza entre los clientes y las entidades financieras. Los clientes buscan mejorar su salud financiera a través de productos y servicios que les permitan gestionar sus finanzas de manera efectiva. Por ello, la protección de los datos personales se ha convertido en una preocupación primordial en la era digital, donde la confianza en la seguridad de la información es esencial.
La protección contra el fraude es un requisito fundamental para los clientes, quienes esperan que sus transacciones estén protegidas contra actividades fraudulentas y que los bancos implementen medidas efectivas para prevenir el fraude y garantizar la seguridad de sus fondos. La confianza también juega un papel crucial, ya que los clientes necesitan sentirse seguros y respaldados por su banco, lo que les proporciona tranquilidad y seguridad en sus relaciones financieras. Por último, la seguridad de los fondos es una prioridad para todos los públicos, quienes esperan que sus depósitos y cuentas estén protegidos contra pérdidas debido a riesgos financieros o eventos imprevistos. En resumen, estos aspectos son fundamentales para establecer una relación sólida y duradera entre los clientes y las instituciones financieras, reforzando así la confianza y la lealtad a largo plazo.