Cada vez con más frecuencia aparecen en el mundo de la tecnología términos nuevos que acaban asentándose sin que sepamos muy bien en qué consisten. Pasó hace unos años con el Blockchain o, más recientemente, con el metaverso. También estamos oyendo insistentemente en los últimos meses asuntos relacionados con la Web 3.0 , un concepto que muchos toman como la evolución de la web 2.0 pero que no tiene mucho que ver con ella.
Por eso, la consultora de desarrollo digital española Syntonize ha recopilado las utilidades más comunes con las que nos encontraremos inmersos en la Web 3.0 incluso sin saber que ya la estábamos utilizando.
Para empezar, ¿qué se entiende por Web 3.0? Se trata de un nuevo servicio construido sobre bloques descentralizados, de la misma manera que algunas criptomonedas. Con Web 3.0, Internet pasa a ser propiedad de desarrolladores y usuarios, sin agentes intermediarios que la controlen.
Por tanto, la Web 3.0 no es una evolución de la web 2.0, sino una combinación de la web pionera y de la web 2.0 en la que las personas pueden leer páginas webs más inteligentes, abiertas, conectadas y personalizadas y colaborar de manera diferente a como conocemos Internet a día de hoy.
Una de las principales ventajas en esta nueva Web es la instalación de aplicaciones. Para usar determinados servicios, hasta ahora era necesario descargar en el ordenador una app, pero con la Web 3.0 se podrá acceder directamente desde el navegador sin necesidad de instalar nada.
Por otro lado, con Web 3.0 los contenidos se adaptan a cualquier formato sin necesidad de crear versiones para cada sistema operativo, navegador o dispositivo.
Además, los usuarios pueden interactuar con el contenido a través de su voz, imágenes e inmersiones, lo que nos acerca a experiencias de usuario más cercanas al metaverso que a una página web cotidiana y alejándonos de las experiencias bidimensionales que nos ofrecía la web 2.0.
Uno de los puntos fuertes de esta Web 3, según señalan desde Syntonize, es la posibilidad de unión con el mundo crypto. En este contexto, los usuarios podrán crear contenido y controlarlo mientras lo monetizan, por ejemplo, con tecnología Blockchain, con criptomonedas o con NFT, en lugar de generar negocio para otras aplicaciones.
La web 2.0 vio nacer aplicaciones como Twitter, Drive, Dropbox, Skype, WhatsApp o Facebook. Sin embargo, en la Web 3.0 veremos cómo cada vez se integrarán aplicaciones que tengan que ver con un sistema descentralizado, es decir, sin una entidad central que gestione el servicio, como Akasha, Status o Brave. De hecho, se trata de una situación que se ha visto impulsada con la proliferación de plataformas de microblogging descentralizadas desde la venta de Twitter hace unos meses.
La seguridad de los datos personales en la Web 3.0 permitirá que sean los usuarios quienes conserven sus datos y compartan exactamente lo que deseen. En este contexto las empresas que se sirven de los datos de los usuarios para conocer sus preferencias y opiniones políticas se verían perjudicadas.
Otro de los puntos que generan más controversia es el hecho de que se trata de un modelo libre de restricciones. En este aspecto se eliminaría la censura, pero se daría alas a fake news o discursos de odio. “Aunque sea un modelo que prometa más privacidad y a la vez más libertad, todavía existen frentes abiertos que no se sabe muy bien por dónde acabarán saliendo”, apuntan desde Syntonize.